Reseña sobre el Templo El Buen
Pastor
Los cristianos alabamos y bendecimos a Dios doquiera nos encontremos,
pues vive en nuestros corazones. Como Iglesia nos congregamos para celebrar y
testimoniar con los hermanos la fe que profesamos.
En Pie del Cerro, por muchos años, este encuentro de fe lo teníamos en
una humilde y sencilla capilla que fue testigo de muchas conversiones,
testimonios, celebraciones litúrgicas, recepción de Sacramentos..., vivencias
que cada domingo hacían que fueran aumentando los feligreses venidos de La
Victoria, Colonia Tovar, El Consejo, San Mateo, Turmero, Zuata, Cagua, San
Francisco de Asís, Valencia, Caracas, otras ciudades del interior, hasta contar
con gente venida de otros países. Se hizo pequeña para acoger a tanta gente.
Hace aproximadamente ocho años, vino de Valencia un laico muy
comprometido con el Evangelio y en la Iglesia, hombre de oración intensa, a
quien le llamó la atención la afluencia de gente, el fervor y lo que ahí se
vivía. Se fue muy motivado y vino en alguna ocasión a dictar algún retiro
espiritual. Después contó que, estando en oración, visualizó que ahí, en el
mismo sitio de la capilla, se construiría un gran Templo al cual vendrían
personas de otras latitudes a orar y alabar al Señor. Lo veía como un gran Centro
de oración y adoración. Así lo comunicó a Fray Miguel Parra, sacerdote,
religioso amigoniano, quien desde el año 1998 comenzó a celebrar la Eucaristía
todos los domingos, además de las celebraciones del Año Litúrgico.
Fue pasando el tiempo. La idea del templo siguió rondando por la cabeza
del fraile y, sobre todo, por su corazón. No se sentía digno de construir esta
Morada para el Señor, pero se sentía
llamado fuertemente a poner manos a la obra.
-
Dios mío, ¿cómo? ¿con qué?
Siguió orando, esperando las luces del Espíritu. De repente, llegó el
momento de iniciar. En la oración, el Señor le hizo sentir que sí, que contara
con Él, que todo fluiría según Su querer, que confiara plenamente en Él.
Con esta certeza y sabrosura que da el Señor cuando nos ponemos en Sus
manos, con entusiasmo y alegría, comenzó a dar los primeros pasos: hablar con
la comunidad de Pie del Cerro, con el obispo de la diócesis, los superiores, los cooperadores Amigonianos, bienhechores,
amigos…
Comenzó a cumplirse la promesa del Señor: surgieron bienhechores
generosos, se hicieron actividades para recoger fondos, la gente ha ido
colaborando, dando su pote de pintura, pintando en familia… y así se ha ido
construyendo... Tenemos la certeza de que poco a poco Dios seguirá bendiciendo
Su casa, Hogar de acogida para sus ovejas en busca del Buen Pastor que les
ofrece Vida y Vida en abundancia.
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